Pensemos en un escenario, en personajes, en sillas—pero no en mesas—, en manos sin cuerpos y en ojos sin rostro. Tracemos un recorrido dentro, con pausas, sobresaltos y miedo.
Salgamos de allí y entremos nuevamente, imaginemos como huelen dos huevos fritos por la mañana y tracemos el rastro de un baile en medio de una habitación recién encerada.

Los objetos no duermen.

Tracemos un recorrido entre mis manos cansadas y mis pechos amarillos. Pensemos en mis pechos dentro de este escenario, en su volumen y su peso, en su levedad.

Agreguemos un color.

¿Qué escuchamos mientras pensamos? ¿Hace calor? ¿Hay más personas dentro? ¿Alguien se esconde? ¿Quién habla? ¿Quién calla? ¿Quién obedece? ¿Quién ejecuta? ¿Quién gana? ¿Quién siempre pierde?

Mis manos no duermen y estos objetos tampoco, la casa es mentira mientras nos sentamos a comer, mientras preparo la comida y regreso a coser.

Pensemos en un escenario, sin personajes, sin sillas—pero con mesas—, en cuerpos sin manos y rostros sin ojos. Bailemos dentro de él, sin pausas, sin sobresaltos y sin miedo. Imaginemos el olor del fregadero por la tarde y tracemos el recorrido de unos dedos mojados.

Mis manos no tienen sentimientos y estos objetos tampoco, un cuerpo es fuego mientras mis deseos derrumban las paredes de este lugar, mientras se calienta con una tetera y se enfría bajo el llanto de una ducha.

Este cuerpo es frío, mientras calla para unos y olvida para otros
LAS ESCULTURAS NO DUERMEN
Este texto fue realizado para acompañar las piezas de la muestra "Coreografìa invisible o el baile secreto de las verduras y los trapos" en la galería Crisis.

-Lima, Febrero, 2020